He aprendido que aunque mucho parece imposible, mucho es posible.
En las nubes de confusión, me doy cuenta de que puedo aprender otro idioma.
En una ciudad con más gente en mi estado, he aprendido como sentirme “encontrada” y perdida al mismo tiempo.
Las líneas del transporte público se desenredaban del mapa y parecían más claras.
He aprendido como desacelerar en un lugar lleno de prisas.
Estoy agradecida por el ruido de los coches, la gente que habla tan rápido en el metro, la melancolía de las sirenas de las ambulancias.
He aprendido como los edificios pueden ser antiguos, como puede parecer que las calles solo tienen espacio para un coche, pero todavía hay suficiente espacio para dos personas más.
Como vivir sin el mar, además con todo es necesario,
como la comida también es un tipo de aventura,
como todo es nada y nada es todo.
La familiaridad en las sonrisas de los desconocidos,
la amistad en gente de muchos países diferentes.
Que toda la gente viene y se va, pero alguna va a venir otra vez.
He aprendido como amar con distancia, como no olvidarse, pero vivir en el presente.
Que sin importar donde te vas, allí estaré.
Como que en realidad no sé nada.
Como somos muy diferentes y al mismo tiempo muy similares.
Que el mundo es demasiado grande y yo soy muy pequeña.
He aprendido a apreciar muchas cosas, entre ellas a mí misma.
Estoy muy agradecida por haber venido aquí.
Cuando me vaya, echaré de menos mucho esta ciudad de Madrid.